Dentro del marco de la lectura de las leyendas de Bécquer se solicitó al alumnado de 4º de E.S.O. B que realizaran una leyenda de creación propia y estilo becqueriano. Os dejamos con una de las propuestas:
Imagen con licencia CCO |
Dicen que los ojos verdes son signo de maldad y no de belleza y por ello nadie quería
permanecer junto a Rosalía. Algunos
decían que la había engendrado el diablo, dando así una explicación al color de sus ojos. Otros
simplemente creían que era una bruja, pues si la miras, te hechizaba. La madre
de Rosalía murió cuando apenas tenía su hija cinco años su hija, a la que
escondió muy bien.
Le arrebataron la vida en cuanto se percataron de que había
dado a luz a la hija del mismísimo diablo, suposición que hicieron por los ojos
verdes de ella.
Un gentil pastor acogió a Rosalía cuando el pueblo le dejó
ir apiadándose de ella. Con tan solo seis años ya empezó a hacer todas las
tareas y recados, a cambio de estancia y comida.
Todos la temían, y su paso todos se apartaban, y murmuraban
todo tipo de comentarios.
Un día, salió a comprar y de repente se tropezó con un
apuesto hombre, el cual quedó totalmente hipnotizado por su belleza. En el
pueblo todos se quedaron estupefactos, porque pensaban que si alguien se
acercaba a ella moriría en el acto.
El hombre, muy galante, se presentó:
-
Don Gustavo me llaman, aunque usted con esos
maravillosos ojos, puede hacerlo como más desee. ¿A quién tengo el placer de
conocer?
-
Mi nombre es Rosalía, y no tiene que mentir, sé
que soy fea.
-
El verde es gala y ornato, del bosque la
primavera ¿cómo osa usted decir que es fea?
A Gustavo no le
gustaba lo común, le atraían los rasgos especiales, únicos, tales como los de Rosalía. Gustavo era un rayo de luz,
entre tanta oscuridad para Rosalía y la mirada de Rosalía era la llegada del
fondo de su alma a vislumbrar el sol para Gustavo.
En el momento en que se enteró de que iba a ser padre le
pareció todo un sueño, y tras nueve ansiados meses de amor y adoración nació
una hermosa niña. Era fina, delicada y
sus ojos eran verdes como el mar. Su frente coronada con rizos dorados, sus
rubias pestañas semejaban broches de oro y su boca purpúrea era un soplo de
aire fresco en el estío.
Le dieron el nombre de Minerva, llamada así por la diosa
romana de la sabiduría, a cual tuvo unos ojos verdes como las esmeraldas.
Rosalía y Gustavo no
podían ser más felices.
El pueblo se enteró del nacimiento, y fueron a ver si se
trataba de otro demonio que solo dejaría caos. Gustavo lo impidió todo lo que
podía su ser, pero entraron y mataron a Rosalía. El bebé cayó, momento en que
aprovecharon para no cometer el mismo error de años atrás. Sin piedad le
clavaron un puñal en el diminuto corazón de Minerva. Gustavo la intentó
proteger como pudo, y por ella dio la vida.
Dicen que después de acaecido este suceso, el mismísimo
Satanás se presentó en el pueblo y les arrebató la vida uno por uno. Tras la
muerte de sus descendientes, aunque nadie lo pudo confirmar, porque –por desgracia-
todos los del pueblo murieron días después y nadie quedó para contar lo que
sucedió.
Miriam Pérez Fernández, 4º de E.S.O. B
No hay comentarios:
Publicar un comentario