martes, 6 de febrero de 2018

Los ojos del diablo, leyenda al estilo becqueriano

Dentro del marco de la lectura de las leyendas de Bécquer se solicitó al alumnado de 4º de E.S.O. B que realizaran una leyenda de creación propia y estilo becqueriano. Os dejamos con una de las propuestas: 


Imagen con licencia CCO

Dicen que los ojos verdes son signo de  maldad y no de belleza y por ello nadie quería permanecer  junto a Rosalía. Algunos decían que la había engendrado el diablo, dando así  una explicación al color de sus ojos. Otros simplemente creían que era una bruja, pues si la miras, te hechizaba. La madre de Rosalía murió cuando apenas tenía su hija cinco años su hija, a la que escondió muy bien.
Le arrebataron la vida en cuanto se percataron de que había dado a luz a la hija del mismísimo diablo, suposición que hicieron por los ojos verdes de ella.
Un gentil pastor acogió a Rosalía cuando el pueblo le dejó ir apiadándose de ella. Con tan solo seis años ya empezó a hacer todas las tareas y recados, a cambio de estancia y comida.
Todos la temían, y su paso todos se apartaban, y murmuraban todo tipo de comentarios.
Un día, salió a comprar y de repente se tropezó con un apuesto hombre, el cual quedó totalmente hipnotizado por su belleza. En el pueblo todos se quedaron estupefactos, porque pensaban que si alguien se acercaba a ella moriría en el acto.
El hombre, muy galante, se presentó:
-          Don Gustavo me llaman, aunque usted con esos maravillosos ojos, puede hacerlo como más desee. ¿A quién tengo el placer de conocer?
-          Mi nombre es Rosalía, y no tiene que mentir, sé que soy fea.
-          El verde es gala y ornato, del bosque la primavera ¿cómo osa usted decir que es fea?
A Gustavo no  le gustaba lo común, le atraían los rasgos especiales, únicos, tales como  los de Rosalía. Gustavo era un rayo de luz, entre tanta oscuridad para Rosalía y la mirada de Rosalía era la llegada del fondo de su alma a vislumbrar el sol para Gustavo.
En el momento en que se enteró de que iba a ser padre le pareció todo un sueño, y tras nueve ansiados meses de amor y adoración nació una  hermosa niña. Era fina, delicada y sus ojos eran verdes como el mar. Su frente coronada con rizos dorados, sus rubias pestañas semejaban broches de oro y su boca purpúrea era un soplo de aire fresco en el estío.
Le dieron el nombre de Minerva, llamada así por la diosa romana de la sabiduría, a cual tuvo unos ojos verdes como las esmeraldas.
Rosalía y Gustavo  no podían ser más felices.
El pueblo se enteró del nacimiento, y fueron a ver si se trataba de otro demonio que solo dejaría caos. Gustavo lo impidió todo lo que podía su ser, pero entraron y mataron a Rosalía. El bebé cayó, momento en que aprovecharon para no cometer el mismo error de años atrás. Sin piedad le clavaron un puñal en el diminuto corazón de Minerva. Gustavo la intentó proteger como pudo, y por ella dio la vida.
Dicen que después de acaecido este suceso, el mismísimo Satanás se presentó en el pueblo y les arrebató la vida uno por uno. Tras la muerte de sus descendientes, aunque nadie lo pudo confirmar, porque –por desgracia- todos los del pueblo murieron días después y nadie quedó para contar lo que sucedió.


Miriam Pérez Fernández, 4º de E.S.O. B

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